Nuestra Filosofía

Es más fácil navegar en aguas conocidas, pero nuestra misión y visión fueron la brújula que, tres décadas atrás, nos guió a elaborar vinos en los lugares más recónditos de los Andes en Mendoza, donde el cielo y la tierra se encuentran, cuando los vinos de altura de Mendoza eran apenas un pequeño punto en el mapa. Después de desarrollar viñedos de clima frío en las apelaciones más conocidas de Mendoza, Argentina y conquistar la viticultura extrema, estos principios continuan motivándonos a develar la magia de los Andes a través de nuestros vinos.

 

Nuestra Historia

El viaje de Terrazas de los Andes hacia la convergencia del cielo y la tierra comenzó en los años 90, cuando un equipo de enólogos y agrónomos se aventuró en territorios inexplorados: las alturas extremas de los Andes. Equipados con escasas herramientas, este equipo se propuso crear vinos frescos, representativos de las regiones más extremas de esta mágica cordillera. Fue entonces cuando, debido a su incansable búsqueda de la altura ideal para capturar la frescura mágica de la montaña, quedaron registrados en la historia.

Hoy en día, Terrazas de los Andes cultiva un mosaico de más de 200 parcelas de viñedos de gran altitud, utilizando un sistema de riego de precisión que minimiza el uso del agua de los glaciares de los Andes. Con el Malbec como punto focal de esta visión, Terrazas de los Andes crea vinos con cuerpo, que son a la vez aromáticos y elegantemente frescos.

La aventura persiste: En Terrazas de los Andes creemos que nuevas fronteras enológicas están listas para ser descubiertas.

Nuestro Viñedos de Altura

Como pioneros de los vinos de altura, apuntamos cada vez más alto en la exploración y el cultivo de viñedos en los picos andinos, cuando los beneficios de la altura eran desconocidos. Nuestra visión desafiante, optimismo y perseverancia impávidos nos permitieron capturar la magia que solo se encuentra en Los Andes y que le regalan frescura y elegancia a nuestros vinos. Hoy, Terrazas de Los Andes dispone de un mosaico de más de 200 terrazas individuales, donde nace fruta de montaña, con un sistema de riego de precisión, ahorrando al máximo el uso de agua del glaciar.

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